por qué crees que la gente se vuelve corrupta?.

La pregunta no es de respuesta sencilla, y no quisiera en este breve espacio ofrecer una respuesta que pudiera parecer frívola, rápida o de salir del paso, para tan seria cuestión. Pero sí creo que merece una buena reflexión.
 Ahí van pues unas cuantas líneas de pensamiento. 

En primer lugar, se me ocurre que el dinero tiene mucho que ver en todo esto. Alguien puede decidir entrar en un negocio sucio por tentación económica. Sin embargo, en la corrupción como en casi todo lo demás, el dinero no es fin, sino el medio; permite tener una casa más grande, un coche más potente, una ropa más elegante o unas vacaciones más excitantes…Y ese “tener” no es más que una forma más de búsqueda de reconocimiento, que responde a la perversa ecuación
 “tener es más importante que ser”.
 Y es que nuestra sociedad, tristemente, sigue poniendo tanto peso en ello, que las personas se sienten tanto más reconocidas socialmente cuanto más poseen, sin importar lo vacía que esté su vida, aunque esté llena de cosas. Así es como algunos lo dan todo por un cargo; en el mejor de los casos cuando lo tienen quieren otro mayor pero van dejando rastro en su ascenso frenético. 

Decía Collin Powell:
 “No es bueno que tu cargo y tu ego estén muy juntos; porque cuando el uno caiga, caerá el otro”. 



Otra razón por la que se puede caer en la trampa de la corrupción es el afán del poder. Más arriba, más servilismo alrededor, más capacidad de someter a los demás, más afán por ser objeto de flashes y compartir mesa y mantel con los grandes. Y ¿detrás de esa foto?
 La hambruna de ser visto (que no de ver), y no de cualquier manera sino de ser visto por otros como un igual. Soy como ellos, puesto que salgo en las mismas fotos y accedo a los mismos círculos. 
El lucro al que permite acceder la corrupción tiene su máximo exponente en los grandes eventos sociales donde corrompidos y corruptos juegan a deberse favores oscuros, y sonríen a la cámara desde el disfrute de su enorme visibilidad y supuesta amistad
Y poco después se niegan unos a otros y se acusan desde el banquillo.
 Es lo que se llama la muerte de la polilla, que en su afán de buscar la luz muere achicharrada…

 Dos reflexiones finales, a propósito de lo anterior, que no por muy escuchadas son menos interesantes.
  La primera es que el corrupto no actúa solo: como en el tango, para que se produzca un acto de corrupción hacen falta mas de dos, un sobornado y un sobornador, o un corrompedor y un corrompido.
 Por eso en una organización es importante trabajar en un modelo de cultura de valores que permita aislar estas conductas, de manera que los corrompedores tengan cada día más difícil encontrar a quien corromper, y se vayan quedando solos. 
Para que una organización se comporte de manera ética, todos los que trabajan en ella han de comportarse de manera ética; sin embargo para que una organización de corrompa, se necesitan dos. Una fuerte cultura interna construida sobre valores y comportamientos es la mejor vacuna contra la falta de ética. 

Y la otra reflexión: no existen organizaciones éticas, solo existen personas éticas, decía Karl Popper. Detrás de cada decisión, de cada pequeña elección diaria, hay una persona. Por eso, porque son las personas las que eligen actuar de manera ética o no, sepamos que cuando se trabaja en los comportamientos de una organización se está manejando el reconocimiento, la visibilidad, la vulnerabilidad, o el miedo. Y que éstos son tan poderosos a la hora de mover a las personas, que son capaces de vencer a los principios y valores de cada cual. 


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